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La transverberación de Teresa

Nacida en 1515, hija de un comerciante en paños judío convertido al catolicismo, niña precoz, apasionada por la vida de los santos y las novelas de caballería, Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada ingresa a las carmelitas de Ávila a los 21 años. Nada la diferencia de las demás religiosas de este convento sin historia.
De carácter exaltado, sólo quiere consagrarse a Dios y ruega para que su alma se vuelva "sorda, ciega y muda para el mundo exterior". Sus devociones son tan ardientes que cae enferma en 1538, permaneciendo tres días en coma: se la cree muerta. Ya recuperada, deja por un tiempo las oraciones tan intensas que comprometen su salud. Pero, muy afectada por la muerte de su padre en 1543, retoma sus oraciones con fervor. Doce años más tarde, el choque provocado por la pintura de un Cristo a la columna coronado de espinas y padeciendo latigazos, cambia su vida. Tiene cuarenta años, comienza una excepcional aventura espiritual.

Del éxtasis a la transverberación
Durante sus oraciones, como transportada fuera de si misma, los sentidos suspendidos, según sus propios relatos, Teresa entra en contarlo directo con Dios.

Al comulgar, siente que su cuerpo sr eleva riel suelo: varios testigos confirman el fenómeno. Inquieta consulta a sus sacerdotes, creyendo que se trata de una trampa del demonio. Algunos la desalientan, pero su confesor la apoya, incitándola solamente a responder a los favores divinos por medio de la obediencia, la humildad y la penitencia. Tranquilizada, ruega sin embargo para que sus trances de levitación no se produzcan en público. Sus visiones se multiplican: ve a Dios, Padre Hijo y Espíritu, así como a la Virgen y a una gran cantidad de santos, de José a Pedro. Habla con ellos.
Esta proximidad con el mundo divino se transforma en una unión mística. Un día, escucha que la aparición le dice: "En lo sucesivo, como una verdadera esposa te llenarás de mi gloria. Ahora soy todo tuyo y por una bienaventurada reciprocidad tú también eres mía. Sus directores de conciencia le hacen escribir sus experiencias. Es así como describe su transverberación, éxtasis excepcional en el curso del cual un ángel le atraviesa el corazón con una flecha, escena inmortalizada por una escultura de Bernini (1644—1647), en la iglesia romana de Santa Maria della Vittoria. La tradición da cuenta de numerosas profecías, curaciones y conversiones milagrosas. Al mismo tiempo, fiel a sus principios de mortificación y de humildad, Teresa castiga su cuerpo hasta sangrar, llevando cilicios, ortigas y cuerdas provistas de puntas de fierro directamente sobre la piel. Se impone desvelos y ayunos excesivos, Sin embargo, ahí no termina su devoción. Desplegando una inagotable actividad, funda un nuevo convento con el fin de rehabilitar la severidad de la regla original de las carmelitas, recorre Castilla y de 1567 a su muerte en 1582, crea alrededor de quince conventos.

Otros casos de éxtasis místicos
A pesar que la transverberación de Teresa constituye un fenómeno único en la historia de la Iglesia, la santa no es la única mujer en haber experimentado éxtasis místicos.
Las religiosas antes de Teresa. Podemos citar a Brígida de Suecia (1303-1373) y a Catalina de Siena, patrona de Italia (1347- 1380). Las visiones de la primera, sus diálogos con la Virgen o con Jesús, así como sus profecías y las de Catalina tienen una extraordinaria resonancia y determinan en parte el retorno del papado de Aviñón a Roma.
En el linaje directo de Teresa, Marie Acarie (1566-1618) posee en Paris un salón devoto, donde se prepara para la oración, traduce las obras de la santa de Ávila y recibe a sus discípulos directos. Al enviudar, entra a las carmelitas, exige los trabajos más penosos a pesar de sus dolencias. Su humildad es recompensada con muchos éxtasis.
También laicos ... como la romana Ana María Taigi (1769- 1837), casada y madre de familia. Por sus éxtasis, se entera de la fecha en que murió Napoleón I y las de tres papas, profetiza las revoluciones de 1830 en Paris, Bruselas y Varsovia. Otro caso es el de Ana Catalina Emmerich, campesina de Westfalia (1774- 1824), cuya historia fascinó al poeta romántico Clemente Brentano, por sus profecías y por el increíble lujo de detalles con que describe la Pasión de Cristo. Sin embargo, el éxtasis no es privativo de la mujer. Además de San Francisco de Asís, podemos recordar, por ejemplo, al franciscano napolitano José de Copertino (1603-1663), simple de espíritu que experimentó múltiples éxtasis y levitaciones.


La gloria y las dudas
Su celo religioso, dirigido explícitamente contra la reforma protestante, su severidad hacia sus discípulos que creen ser objeto de las mismas gracias divinas que ella, su devoción a las buenas obras, la humildad y la obediencia de las cuales da muestras, explican la gran importancia que le ha otorgado la Iglesia.
Esta ha desconfiado siempre de las místicas que no puede controlar. Escéptica por precaución, busca en primer lugar descubrir los engaños o la presencia de enfermedades nerviosas, cuando algunas personas, incluso piadosas y virtuosas, afirman tener éxtasis religiosos. Sólo después de estar segura, luego de largas indagaciones, de la veracidad de los testimonios y de las manifestaciones, la Iglesia reconoce el carácter milagroso de algunos hechos; Teresa fue canonizada en 1622 y admitida entre los doctores de la Iglesia recién en 1970.

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