domingo

SABRA Y SHATILA


Matanza de Sabra y Chatila

Uno de los hechos más controvertido, a la par que cruel, sucedido en la convulsa zona de Medio Oriente fue la matanza de Sabra y Chatila, dos campos de refugiados palestinos situados en Beirut, en la capital del Líbano.
Antecedentes
El Líbano se había convertido en la sede de las fuerzas palestinas, tanto militares como políticas, tras su salida de Jordania después del llamado “Septiembre Negro”. Líbano era su destino más lógico, teniendo en cuenta que años antes la Liga Árabe y el Gobierno libanés habían firmado un acuerdo que permitía total libertad de movimiento a los palestinos en todo el país de los Cedros.
Sin embargo, como ha pasado tantas veces en su historia, la situación en El Líbano no era demasiado apropiada para la llegada de, no solo los políticos y militares palestinos, sino también de un alto número de refugiados. El orden político creado por la peculiar Constitución libanesa, que obliga a que la presidencia la tenga que ocupar un cristiano maronita, la jefatura del gabinete un musulmán sunita y la del Parlamento un musulmán chiita, había creado un estado de tensión permanente.
Así, el cambio demográfico que supuso la llegada de los refugiados palestinos, preocupó sobremanera a las fuerzas maronitas, sobre todo al las agrupadas en la Falange, facción en cuya cabeza se encontraba Pierre Gemayel.
Así, tras enfrentamientos sectarios protagonizados por todas las facciones, la guerra civil encubierta que comenzó ya en 1969, estalla con toda su crudeza en el 1971 y se agrava aún más en 1975, tras unos enfrentamientos entre palestinos y falangistas.
A esto se unió la participación de Israel, tras un atentado en la frontera que llevó al ejercito hebreo a ocupar una franja del Líbano y aunque la ONU obligó a su retirada, Israel creó una especie de franja autónoma manejada por un dirigente títere.

El asalto a los campos de refugiados:
Todo comienza con el asesinato del líder maronita Bashir Gemayel el 14 de Septiembre de 1982. Se trató de un atentado cometido en Beirut, en la sede de una milicia aliada con Israel, Las Fuerzas Libanesas.
Este atentado fue atribuido a un agente sirio, país que intentaba desde la misma creación de El Líbano manejar su política. El atentado provocó que Israel enviará a dos de sus divisiones hasta Beirut, bajo el mando del Ministro de Defensa, Ariel Sharon.
La ocupación de la zona oeste de la ciudad no encuentra ninguna resistencia y el Tsahal se hace cargo de toda esa parte de la capital.
En la noche del 16 de Septiembre, ya con Beirut en manos de los israelíes, el sucesor de Gemayel al frente de La Falange envía a 200 milicianos en una operación de castigo hacia los palestinos. Así, los milicianos penetran en dos campos de refugiados, Sabra y Chatila, en principio con el pretexto de encontrar guerrilleros palestinos y proceder a su desarmen.
Sin embargo, lo que aconteció en los campos fue una autentica matanza. La mayoría de los que murieron durante las 30 horas que duró la ocupación de los campos eran civiles. La cifra, como suele suceder en estos casos, no ha dejado ser objeto de controversia: según cristianos-libaneses e israelíes, solo varios centenares y según fuentes palestinas entre 1000 y 4000.
No fue hasta el día 18 de septiembre cuando las tropas israelíes se decidieron a actuar, poniendo fin a la matanza.
Ya era demasiado tarde y las noticias sobre lo sucedido ya estaban dando la vuelta al mundo. El escándalo subsiguiente afecto incluso a la sociedad israelí, ocasionando una gran crisis política. De hecho, días después tuvo lugar la manifestación más multitudinaria de la historia del país. Unas 400.000 personas, convocadas por partidos de izquierda y por movimientos pacifistas, salieron a la calle para reclamar una investigación que depurara la responsabilidades en las que habrían incurrido los militares hebreos, como fuerza dominante en Beirut, lo que según la Convención de Ginebra, les obligaba a hacerse cargo de la seguridad.
Ante la presión social, Begin, Primer Ministro en esa época, creo una Comisión de Investigación en el Parlamento.
En Febrero de 1983 se hicieron públicas las conclusiones de la investigación, dirigida por el presidente del Tribunal Supremo. En este informa aparecía la milicia cristiana-falangista como responsable directa y material de la matanza. Pero eso no era todo. El informe de la Comisión Kahan, como era conocida, también apuntaba hacia Israel.
Así, señalaba a su país como responsable indirecto de los ocurrido, textualmente añadía como “las autoridades rusas en los pogromos”, lo que en Israel causó una gran conmoción. Igualmente criticaba fuertemente a varios mandos militares y sus responsables políticos, calificando la actuación del Jefe del Estado Mayor de “negligencia grave”,
Por último, el informe provocó la dimisión del Ministro de Defensa, Ariel Sharon, por “fallar en sus obligaciones”.

Esta dimisión no bastó para muchos sectores pro-palestinos, que consideran a Sharon como autor o instigador de la matanza. De hecho, en 2001, una demanda contra el posteriormente primer ministro israelí, fue aceptada en Bélgica, aunque Israel no le concedió ninguna importancia jurídica.
El que fue considerado responsable directo de los hechos, el líder de la Falange libanesa Elie Hobeika, no fue nunca acusado por ningún tribunal. Así, llego a convertirse incluso en ministro en los años 90. En Enero de 2002 un atentado acabó con su vida, sin que se conozcan sus autores.

Fuente: http://www.laguia2000.com/medio-oriente/matanza-de-sabra-y-chatila

Carta mundoarabe.org
La historia que no olvidamos


Tres mil palestinos, refugiados en los campos de Sabra y Chatila, en las afueras de Beirut, fueron masacrados entre el 16 y el 18 de septiembre de 1982 por la Falange Cristiana de Elie Hobeika, milicia libanesa que operó bajo la supervisión directa del Ejército de Israel, y con su apoyo logístico. Fue una carnicería contra gentes indefensas. Cerca de 350 mil palestinos, desplazados de sus tierras de la Galilea, habían buscado refugio en el Líbano. En Sabra y Chatila vivían, en condiciones infrahumanas, unos 18 mil palestinos.

En la madrugada del jueves 18 de septiembre de 1982, mientras helicópteros israelíes lanzaban luces de bengala, los falangistas penetraron en Sabra y Chatila. Durante tres días procedieron al asesinato sistemático de refugiados inermes, en tanto que las tropas israelíes establecían un cordón de seguridad en los alrededores. Nadie podía huir. Eran devueltos a la muerte, inclusive, niños, ancianos, mujeres. Y el Ejército de Israel, no sólo dio las armas, sino que mantuvo, en esas 72 horas dantescas, el suministro de las municiones.

Así dice una declaración originada en Italia: “A veinte años de distancia, no sólo nadie ha pagado por ese crimen, sino que las víctimas de la masacre ni siquiera han recibido una digna sepultura”.

Y bien se sabe quiénes fueron los responsables del holocausto palestino de Sabra y Chatila. Elie Hobeika, títere de Tel Aviv, entonces. Y está vivo y en acción Ariel Sharon, responsable máximo de la masacre, quien era entonces ministro de defensa de Israel y hoy es jefe del Likud, partido de extrema derecha, primer ministro del Estado israelí. Y está vivo y en acción también el general Amos Yaron, quien dirigió personalmente, sobre el terreno, el exterminio. Este Yaron fue de ser nombrado por el ex primer ministro de Israel y ex general de ejército Ehud Barak, como director general del ministerio de defensa.

La comisión Kahan

En septiembre de 1982, la presión internacional condujo a la creación de una comisión de investigación en Israel, que estuvo dirigida por el presidente del Tribunal Supremo (el mismo tribunal que hace pocos días permitió la expulsión de Cisjordania a Gaza de una familia de un palestino de la resistencia, también el mismo tribunal que hace pocas semanas autorizó la demolición de casas palestinas) Yitzhak Kahan. Dicha comisión encontró al entonces ministro de Defensa, responsable “indirecto” de la masacre de Sabra y Chatila.

El informe de la Comisión Kahan señala que el 14 de septiembre de 1982, el primer ministro Menahem Begin, el ministro de Defensa Ariel Sharon y el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Rafael Eitan, decidieron que el Ejército israelí penetraría en Beirut Occidental, donde se hallaban los campos de refugiados de Sabra y Chatila, también en el informe señala a Sharon como responsable indirecto por no haber detenido la masacre en una zona que estaba bajo el mando de sus fuerzas militar.

Hoy ya no se pide justicia, sino al menos sepultura para los que fueron asesinados. Cerca de Beirut, existen, en campos polvorientos, sin un signo encima, unas fosas comunes donde reposan las víctimas de Sabra y Chatila. “Que su sacrificio sea recordado con una lápida, con un monumento, con un signo que ayude a no olvidar el drama del pueblo palestino, aún exiliado de su propia tierra”.

Ese mismo Ariel Sharon, con su visita desafiante del jueves 28 de septiembre de 2000 a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, fue quien desató la actual represión de las armas israelíes contra el pueblo palestino. Van ya más de 1700 palestinos asesinados.

Suena lindo eso de la internacionalización de la justicia para castigar a los autores de masacres. Pero tiene un defecto: no opera contra los grandes criminales de las grandes potencias.
Mundoarabe.org

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